Fundamentos de la reforma tributaria

Andrés Sanfuentes

En el área económica el tema más debatido entre los postulantes presidenciales ha sido la reforma tributaria, planteada por la mayoría de los candidatos, entre ellos Michelle Bachelet, que aparece con la primera opción.

Hay varias razones para justificar la necesidad de realizar una reforma tributaria aunque, como es natural, tiene el rechazo de segmentos de la población que temen una reducción en sus futuros ingresos.

El argumento básico es atenuar la brutal desigualdad en la distribución del ingreso y la creciente concentración productiva existentes en Chile, factores que están siendo el principal escollo para el desarrollo económico y la mantención de la paz social.

El primer elemento está en las políticas sociales. No cabe duda que se requieren transformaciones educacionales, de manera de tener una formación de mayor calidad y menos discriminatoria en todos los niveles, lo cual implicará un aumento significativo del gasto fiscal, en especial en los niveles iniciales y técnicos, determinantes de la distribución del ingreso. Mayores gastos permanentes también son requeridos en la salud, la previsión social y la vivienda. Si se pretende tener avances resueltos para mejorar la equidad, la experiencia histórica señala la necesidad de incrementar con decisión el gasto público, para lo cual se necesita incrementar los ingresos fiscales.

Además, es necesario reducir significativamente la desigualdad existente en la recaudación tributaria del país. Incluso, si no se necesitaran mayores gastos fiscales se justifica plenamente realizar una profunda reforma. En efecto, en el sistema chileno se ha ido agudizando la inequidad horizontal y vertical, hasta extremos irritantes, como consecuencia de la creciente evasión y, especialmente, la elusión tributaria.

Una reforma tributaria es compleja, ya que tendría varios componentes, algunos que podrían generar ingresos en plazos breves, tal como elevar el impuesto a la renta que grava a las empresas, hoy del 20%, aunque sea junto a una disminución del tramo más elevado del tributo global a las personas.

Un segundo elemento es la supresión del FUT en el futuro, ya que constituye la principal causa de elusión tributaria, que ha sido aprovechado para que muchos grandes contribuyentes potenciales terminen afectos a irritantes y ridículos aportes al Fisco. No cabe duda, a juzgar por la reacción de algunos sectores, que sería la batalla decisiva a favor de la equidad, a pesar que la modificación operaría para los ingresos futuros. Se utilizan argumentos discutibles, como que se reduciría la inversión lo cual, aparte de no existir evidencia empírica, no debiera incidir en magnitudes significativas y solamente en algunos proyectos marginales, de baja rentabilidad y de escaso interés social.

También se ha planteado que afectaría principalmente a las PYME, al quitarles su principal fuente de financiamiento, argumento propio de una pobre campaña del terror. ¿Porqué protestan los grandes y no los pequeños?
A pesar que el sistema tributario del país tiene la ventaja de su simplicidad, con los años han ido apareciendo situaciones que requieren serias modificaciones, tales como las numerosas exenciones y franquicias, entre ellas rubros del IVA y del específico a los combustibles, los fondos de inversión privados, las rentas presuntas, algunos componentes del artículo 14 del impuesto a la renta y timbres y estampillas.

“La cereza de la torta” de esta defensa de los privilegios tributarios es el anuncio de la supresión del DL 600, que ha sido calificado como el intento de derrumbar la inversión extranjera. Pocas veces la argumentación ha sido tan pobre, porque lo más probable es que tendría efectos insignificantes, ya que prácticamente no es utilizado.

En definitiva, una reducción de la desigualdad y la concentración productiva es la mejor garantía de la paz social, la cual es el principal estímulo a la inversión. Por eso hay que hacer la reforma tributaria.